jueves, 10 de febrero de 2011

Jueves de angustias


10 febrero 2011
"Nunca lo hubiera creído, Enrique, me han dejado solo". Para empezar el día no está mal. A Juan le han dejado como al perro de mi vecina, solo y rabiando.

Juan ya ha salido aquí muchas veces, bidivorciado, sus hijos no le hablan y ahora su amiga Teo, una bonita y joven colombiana que le hacia la cama y le ponía el mantel a cambio de lugar donde vivir y lo que fuera, ya no está. Teo se ha ido a vivir con un chico de Valencia, ingeniero cuarentón que pasa la mitad de su tiempo haciendo carreteras y chapuzabaches por donde le manda su empresa. "Me la quitó en mis mismas narices, el muy cerdo, se puso a bailar con ella y ......". Juan se dedica a cambiar de banco “cada tres horas” buscando el que mas le de si domicilia el cobro de su pensión y el tiempo restante lo dedica a mendigar cafés a meterse con el ZP y con la alcaldesa de su pueblo, pero a él lo que le pirra y le arruina, es irse al Micaelo que es ese Bar Fortaleza que está a la salida de Alicante Norte, a mano derecha, con muchas  lucecitas y homo sapiens en la puerta.

Le lloro al del otro lado de la barra, que eso es un puro ejemplo de como se acaba una vida con desamor hiriente y mi amigo, el barista, me informa: "Si, Enrique, pero es que este tipo ha sido un Ca.... con pintas toda su vida, lo que tiene se lo ha ganado a pulso, siempre ha ido a la suya y nunca ha pensado en otra cosa que en él, a mi no me da ninguna pena"

Bueno, veremos si esto se arregla, este día aún no está perdido, aquí no tenemos boina climática y aunque el sol no ha salido, siempre nos queda leer la balsámica prensa local.


2 comentarios:

  1. Se puede decir de muchas manera Enrique, si duda a mi la que más me gusta es la que dice que "uno recoge lo que siembra". Si no mirate a ti mismo. Eres el caso totalmente opuesto al del pobre desdichado que comentas en tu escrito. Una vida plena de amor, cariño, familia, amigos,,,,,

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  2. Gracias, argy, yo ya lo tengo por normal, claro, pero es cierto que produce una extraña, y oculta, sensación de satisfacción ver la desgracia ajena motivada por malos comportamientos, especialmente cuando a mi me tocaba hacer relaciones valoradas y certificaciones de obras en aquellos sábados por la mañana en que veía a todo el mundo tomando copas en las terrazas de mi barrio, mientras mi mujer y mi hijo estaban esperándome en la puerta de la oficina de obra a que terminara. Pero es cierto, no siempre, pero al final siembras lo que recoges.
    A pesar de todo, siempre me deprime ver a Juan y no se por qué, pero me pasa siempre.

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